Texto traducido del original en francés. También disponible en inglés:
YO, JUDÍA ARGELINA, NO HE OLVIDADO LOS CRÍMENES COLONIALES DE FRANCIA
Por Ariella Aïsha Azoulay
La autora de esta columna es
descendiente de judíos argelinos, responde a Benjamin Stora y le recuerda el
genocidio cultural de la Francia colonial en Argelia que tuvo como víctimas a
todos los argelinos sin distinción de religión. Una columna sumamente
interesante que debemos leer porque nos habla de una historia no escrita a la
que B. Stora suma sus "grandes omisiones".
Estimado
Benjamin Stora:
En
2017, el presidente francés Emmanuel Macron reconoció que la colonización de
Argelia fue un crimen contra la humanidad. Como muchos otros, esperaba leer su
informe recientemente publicado sobre el tema, que usted redactó a petición del
Presidente. Sin embargo, después de leerlo, estoy consternada por la falta de
discusión sobre los Crímenes Imperiales; no comprendo estas omisiones. Aunque
hay muchas, me centraré en una de ellas: la destrucción de las culturas judías
en el Magreb.
Este movimiento efectivamente prosiguió el proyecto napoleónico que consistía en regular la vida judía, haciendo del “pueblo judío” un sujeto histórico- nacional que solo se puede realizar plenamente al crear un Estado soberano propio.
El
hecho de que algunos hayan decidido aceptar esta decisión, y que luego
encontraran la manera de sacar provecho de su ciudadanía, no quita nada al
carácter colonial del procedimiento que empuja a las personas a devenir
diferentes de lo que son.
Estudiar
el vínculo entre estas dos identidades de colonizadores, los franceses y los
israelíes, me ayudó a comprender el papel que desempeñaban al servicio de los
intereses de las grandes potencias coloniales europeas: a saber, disociar a los
judíos de los árabes y musulmanes e incorporarlos en la construida "tradición judeocristiana". Por
supuesto, algunos judíos se ofrecieron como voluntarios para ubicarse en el
“marco más amplio de la civilización occidental”, como lo describe Susannah
Heschel.
Pero
este hecho sólo demuestra el papel importante que el ataque colonial contra la
diversidad humana y su incitación para "asimilar" tuvieron -y siguen teniendo- en el proyecto colonial.
Cuando los judíos del Magreb y de Oriente Medio fueron asimilados por la fuerza
a la figura europea del judío como ciudadano, fueron entrenados para considerar
a árabes y musulmanes como personas a parte. Y a través del Estado de Israel,
han acabado por verlos como sus enemigos.
No
considero que los crímenes imperiales sean hechos pasados; siguen vigentes, y
las instituciones, estructuras y leyes que las hacen posibles todavía deben ser
desmanteladas y abolidas. Por lo tanto, me niego. Estos regateos no terminan
con la colonización, sino que la perpetúan. Facilitan el nombramiento de
ciertos judíos para perseguir a otros judíos que continúan luchando por la
completa descolonización de todos aquellos que han sido y son colonizados y de las
instituciones que fueron creadas para el proyecto colonial. Nuestros
antepasados en el Magreb fueron víctimas directas de la violencia colonial, aun
cuando poco a poco fueron aceptando el regateo que les impusieron estos tres
exilios.
Creo
que no solo tenemos el derecho, sino la obligación de hacerlo. No considero que
los crímenes imperiales sean hechos pasados; siguen vigentes, y las
instituciones, estructuras y leyes que los hicieron posibles aún deben ser desmanteladas
y abolidas.
La
historia no puede generar el milagro que los arquitectos imperiales esperan de
ella: hacernos creer que los crímenes imperiales terminaron cuando los
imperialistas han reconocido sus crímenes. Su informe cumple una función
similar, intentando relegar estos eventos al pasado, incluso si perduran en el
presente.
De
hecho, su informe ilustra lo que propongo llamar el cuarto exilio de los judíos
argelinos: su eliminación de la historia de la colonización de Argelia. En 160
páginas, su informe ofrece solo dos párrafos sobre una comunidad judía que antaño
existía en Argelia. En realidad, no se trataba solo de una comunidad, sino de múltiples
y diversas comunidades judías árabes bereberes.
La
eliminación de esta historia refleja los regateos coloniales que hizo de estos
exilios las supuestas "ganancias" de los judíos, su entrada en el
mundo ilustrado de la modernidad secular. Por tanto, usted ha proporcionado al
Estado francés la "prueba" científica de que su colonización estaba
dirigida exclusivamente a los musulmanes y bereberes (se supone que estos
últimos excluyen a los judíos). Estas omisiones tienen graves consecuencias.
Habiendo sido afectada por los proyectos coloniales franceses e israelíes de
ingeniería humana, no fue hasta los cincuenta años que pude reconstruir la
historia de miles de años de vida judía en el Magreb y adquirir ciertos
recuerdos de mis antepasados que me fueron negados en el proceso de hacer de
nosotros unos buenos ciudadanos del imperio.
Para esta eliminación de los judíos de 132 años de colonización, se debe considerar que la violencia imperial es un progreso. De lo contrario, ¿por qué borrar a este grupo de la historia del proyecto colonial francés? ¿Pero es tan fácil aprobar esta “historia” de progreso? ¿Eligieron los judíos ser el objetivo del antisemitismo de los colonos una vez que se convirtieron en franceses? ¿Quisieron salir de Argelia en 1962? ¿Decidieron ser cómplices del final de la vida judía en Argelia? ¿Firmaron una salida colectiva del mundo de sus antepasados? ¿Cómo llegó usted a asumir el papel de enterrar este mundo?
Esta
última pregunta, por qué fue usted elegido para escribir este informe, requiere
una atención especial.
Más
allá de sus conocimientos, creo que no soy la única que piensa que fue
seleccionado en parte porque es judío y por la posición del judío en el
proyecto colonial. Es difícil hablar abiertamente sobre esta posibilidad en un
momento en que el significado del antisemitismo está en manos de los
Estados-nación imperiales que apoyan el desastre del régimen del Estado de
Israel. No obstante, tenemos que pensar en lo que esto significa.
Ya
en su libro, usted demostró este tipo de patriotismo francés al presentar a
estos tres exilios de los judíos como hechos pasados, objetos de una investigación
histórica. Su vida en común con los musulmanes habiéndose convertido en un
pasado difunto, podían integrarse en la historia europea.
En
lugar de servir a este proyecto imperial, su informe podría haber ofrecido un
repertorio sin concesiones de los crímenes franceses cometidos contra argelinos
y de los crímenes coloniales contra la humanidad. Pudo haber dibujado la
cartografía de los vínculos entre estos crímenes y las instituciones
imperiales: policía, prisiones, capitalismo racial, archivos, museos,
ciudadanía, etc. - que les permitió y sigue facilitando sus consecuencias en
Francia, en particular en lo que respecta a los argelinos, víctimas a la vez de
la islamofobia y del antisemitismo de Estado.
Si
hubiera respondido a esta invitación, afirmando su posición de árabe-judío,
víctima de la colonización francesa de Argelia, también hubiera podido pedir firmar
el informe junto con un argelino musulmán francés. Esto habría brindado la
oportunidad de hacer un recuento más completo de los crímenes imperiales y de sus
consecuencias persistentes, y de derrocar al quinto exilio de los judíos: su
alienación de los árabes y musulmanes en el nuevo mundo que tuvieron que
compartir fuera de su tierra natal, en Francia.
Con
estos gestos, incluso un informe oficial podría haber brindado a nuestros
descendientes los recursos para continuar la labor de abolición del
imperialismo. Sin ellos, su relación solo sirve para enraizarla.
Ariella
Aïsha Azoulay
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