Muchos todavía creen que el Centro Simón Wiesenthal es una organización que trabaja por los derechos humanos. Y no es casualidad; ésa es la imagen que de sí misma proyecta afanosamente.
En la práctica, sin embargo, el Centro Wiesenthal es una institución especializada en usar el genocidio judío como pasaporte para promover intereses sionistas en los diversos países donde actúa (EEUU, Canadá, Francia, Argentina y Palestina).
En EEUU, por ejemplo, el centro Wiesenthal formó parte de una coalición que se opuso empecinadamente a la creación de un Centro Comunitario Musulmán en Manhattan, a dos cuadras del World Trade Center.
En Palestina, por otro lado, construyó un museo (¡¡¡ que lleva el nombre de nada menos que "Museo de la Tolerancia!!!) sobre un antiguo cementerio árabe.
En Argentina, esta misma organización, también bajo el nombre de la "tolerancia" (¿será tolerancia a la censura y al racismo?), fue la encargada de presionar e intimidar a funcionarios del gobierno para que pocos días antes de la fecha anunciada (noviembre de 2012), anularan la permisión para llevar a cabo en la Biblioteca Nacional el Tribunal Ético contra la Ocupación y el Colonialismo por Israel en Palestina. Como resultado de esta cobarde injerencia, el Tribunal Ético tuvo que postergarse para el año siguiente.
Y la prepotente arbitrariedad del Centro Wiesenthal no termina ahí. En semanas recientes, hemos sido testigos de un nuevo atentado contra la Libertad de Expresión, esta vez contra el destacado artista brasileño Carlos Latuff. A ese respecto, reproducimos abajo la clarísima denuncia escrita por el historiador Rubén Kotler.
IJAN, International Jewish Anti-Zionist Network (Red Judía Antisionista Internacional) expresa su total solidaridad con Carlos Latuff, objeto de la caza de brujas por parte del aparato sionista encarnado en este caso específico por el Centro Simón Wiesenthal, y adhiere al escrito del compañero Rubén Kotler. Solicitamos, además, firmar la petición por el fin a la manipulación del antisemitismo para fines políticos, lanzada por Carlos Latuff mismo.
El arte de denuncia como víctima de la difamación del sionismo mundial
Por Rubén Kotler
Reproducido de De igual a igual
“En los últimos años, dada la escasa oferta de antisemitismo, se ha declarado una enconada rivalidad entre las principales organizaciones judías “defensivas”; en particular la LAD y el Centro Simon Wiesenthal. Cuando se trata de recaudar fondos, las supuestas amenazas contra Israel cumplen una función similar”.[1]
En apoyo a Carlos Latuff
Imagen: Autoretrato de Carlos Latuff
En
el mes de noviembre el Centro norteamericano Simon Wiesenthal (CSW)
elaboró un listado de los principales “antisemitas” del mundo y lo
difundió en su sitio al mejor estilo de los criminales buscados del
lejano oeste, propio de las películas del western. En el tercer lugar de
ese listado y subido al podio de los principales antisemitas de fama
mundial, el Centro Wiesenthal ubicó al gran caricaturista brasilero
Carlos Latuff.[2]
Quienes
seguimos hace años a Latuff y conocemos sus caricaturas, no podemos más
que repudiar este vil intento de difamación de una organización,
reconocida internacionalmente, alineada con un país cuyo pasado y
presente bélico pone permanentemente en peligro a la paz mundial[3] y que lleva adelante, desde su nacimiento, una limpieza étnica de su población nativa.
Israel,
y dicho esto y denunciado con fuentes, hasta incluso por historiadores
israelíes, es un país racista y colonialista que desde 1948 e incluso
antes de su creación, lleva a cabo la limpieza étnica de Palestina.
Además, hay que decir, que las ilustraciones de Latuff exceden a la
denuncia contra Israel y todo su arte apunta a la denuncia de los
regímenes opresivos, de esos que atentan contra la libertad de los
pueblos, tanto en Oriente Medio como en Occidente, en temas como el
capitalismo, las jerarquías eclesiásticas (de todo color), los
totalitarismos en el mundo árabe. En esto, los “dardos” de Latuff
apuntan a varios centros de poder y no únicamente a los crímenes que
Israel y sus dirigentes acometen contra los palestinos. Incluso, Lattuf,
ha denunciado en algunas caricaturas, la complacencia de la Autoridad
Nacional Palestina con el Estado de Israel, marcando claramente sus
diferencias políticas en torno a la propia cuestión Palestina. En este
sentido que Latuff denuncie al Estado de Israel no solo no es novedad
sino que se incluye en otras denuncias de conjunto que realiza en sus
ilustraciones el caricaturista.
Resulta entonces llamativo que un Centro que se
presenta como “perseguidor del nazismo” y los crímenes del régimen nazi,
no tengan nada que decir de la historia presente y no denuncie los
crímenes de lesa humanidad que Israel comete contra la población
palestina, crímenes que nos recuerdan y mucho al nazismo. Dicho por
quienes han estado en Gaza, por ejemplo, es, este territorio palestino,
una inmensa cárcel a cielo abierto, digno de cualquier cárcel propias
del régimen nazi, rodeada por un muro y acechada permanentemente por
Israel, bloqueada e imposibilitada en su desarrollo, cuando no
bombardeada por aire, tierra y mar.
Pero sin
lugar a dudas, quienes conocen la historia del CSW y sus vínculos con el
sionismo mundial, pronto se dan cuenta que la intención del centro no
es denunciar a los criminales nazis sueltos tras el fin de la Segunda
Guerra Mundial, sino legitimar, por medio de lo que el intelectual
Norman Finkelstein denominó “La industria del holocausto” los crímenes
que desde 1948 acomete el autoproclamado “Estado Judío”.
Pero
veamos qué argumentos esgrime el CSW para colocar en el podio del “Top
Ten” del antisemitismo mundial a Carlos Latuff. Dice en concreto en su
sitio web que “durante el reciente conflicto de hostigamiento de Hamas
contra el Estado Judío, el caricaturista brasilero ha calumniado a
Israel y al Primer Ministro Benjamín Netanyahu por hacer lo que
cualquier líder del mundo hubiera hecho contra los ataques de misiles
que impactaron en civiles inocentes”.[4]
Latuff
no ha hecho otra cosa que lo de siempre: denunciar los crímenes de lesa
humanidad a través de sus caricaturas, poniendo, al servicio de una
causa justa, su arte. Quienes le seguimos hace años, no vemos en sus
ilustraciones atisbo alguno de antisemitismo. Por el contrario las
ilustraciones del caricaturista brasilero son un fiel reflejo de la
denuncia política de los crímenes de Israel que los grandes medios de
comunicación, sobre todo los alineados con el sionismo, se niegan a
hacer.
Ha colmado el vaso de quienes nos
proclamamos amantes de la libertad los bombardeos de fines de 2009 que
cegaron la vida a más de 1400 palestinos, incluso el asalto criminal a
la Flotilla Libertad un año después. Como cereza del postre, los últimos
ataques, esos que Latuff ha vuelto a denunciar con sus ilustraciones,
no solo no calumnian al primer ministro cuyas manos manchadas con sangre
deberán ser juzgadas alguna vez, sino que es denunciado como lo que es,
un criminal de guerra cuyos propósitos electoralistas no se fijan en
medios y de manera maquiavélica conduce a la maquinaria de muerte, como
es el Ejército de Israel, una y otra vez contra el pueblo palestino.
Si
ser antisemita, para el CSW, es denunciar el crimen de Netanyahu y toda
la camarilla política y militar que gobierna Israel, con la
complacencia de Europa y Estados Unidos, entonces debo decir, que yo
también me asumiré como antisemita. Pero lejos de la verdad, el
argumento, vil y falaz por cierto, de acusar de antisemitismo a quien
denuncia, de una u otra manera, los crímenes de Israel, no es nuevo,
como tampoco lo son, las persecuciones políticas contra intelectuales,
artistas y ciudadanos de a pie que osan levantar la voz de la denuncia.
El CSW como mecanismo de la “Hasbará” sionista
La
“hasbará”, término que en hebreo significa “la explicación” supone una
especie de organización no formal ni de hecho, que promueve el aparato
de propaganda israelí en todo el mundo a los fines de explicarle, sobre
todo a los miembros de las comunidades judías del mundo, la “verdadera
historia de Israel” por medio de una cantidad de espacios virtuales,
medios de comunicación, acciones concretas como la realización de
exhibiciones, etc. El aparato de propaganda sionista al desnudo supone
la compra de voluntades, medios y recursos en todo el mundo, destinados a
explicarle a la humanidad la legitimidad del “Estado judío” como tal y
sus acciones contra los palestinos, quienes resultan los malos de la
película. Y la historia. Israel, por medio de este aparato de propaganda
se posiciona como víctima histórica de los árabes al mismo tiempo que
“enseña” al mundo la histórica victimización del “pueblo judío”, que
históricamente habría sido víctima de la persecución y el odio por el
solo hecho de ser “el pueblo elegido”. Según las explicaciones de la
“Hasbará” Israel desde su nacimiento ha buscado la paz y no ha
encontrado nunca un socio dispuesto en Oriente Medio.
La
“hasbará” funciona de manera eficaz en el mundo judío, a pesar que en
la actualidad, sobre todo en las últimas décadas, el mundo judío ha
sufrido toda clase de fracturas a su interior, con agrupaciones y
organizaciones judías que no solo no comulgan con el sionismo y el
Estado de Israel, sino que además se erigieron en denunciantes de los
crímenes que el propio Israel comete en nombre del judaísmo mundial. A
quienes no ha podido convencer, la “Hasbará” se ha ocupado de atacar,
difamando y acusando directamente de antisemita a aquellos, que siendo
judíos o no, cuestionen, critiquen o denuncien a Israel y a sus
dirigentes políticos.
En este sentido, el CSW
es un eslabón más de esa cadena hasbarádica que promueve el ataque a
todo aquel que denuncie a Israel, instalando un discurso de “amigo /
enemigo” legitimado, a su vez, por la victimización del fundador del
centro, Simón Wiesenthal, quien fuera en última instancia, según la
historia sionista oficial, un sobreviviente del antisemitismo nazi. Si
Wiesenthal sufrió en carne propia el holocausto, nadie más que él y su
centro, con la suficiente legitimidad para indicar quiénes son los
antisemitas y por ende, elaborar un podio con los principales
antisemitas del mundo periódicamente.
Pero
vayamos más a fondo en la cuestión sobre qué es el CSW y las denuncias
que pesan sobre la honorabilidad del Centro. Volviendo a Finkelstein,
judío norteamericano, hijo de sobrevivientes del holocausto nazi, pone
los puntos sobre las íes en la implicancia del CSW en el marco de La
Industria del holocausto, que como sostiene el politólogo, la mancha que
le pesa es más grande que las denuncias de antisemitismo que le podemos
leer.
En el capítulo de su libro, en el que
habla de la extorsión que supuso la presión de algunas organizaciones
para hacerse con cuantiosas sumas de dinero, Finkelstein desbarata un
plan urdido para extorsionar a Suiza por parte del propio CSW. Según se
denuncia en el mencionado libro “el rabino Marvin Hier, director
administrativo del CSW, hizo la espectacular afirmación de que los
suizos habían encarcelado a refugiados judíos en “campos de trabajo
forzados”. Al mismo tiempo denuncia que Hier “dirige el CSW como un
negocio familiar y tiene en plantilla a su mujer y a su hijo; en
conjunto, los Hier cobraron en 1995 un sueldo de 520.000 dólares.” Y
concluye que el Centro “se ha hecho célebre por sus exposiciones
permanentes de estilo “Dachau a la Disneylandia” y por “recurrir con
éxito a tácticas sensacionalistas y alarmantes para recaudar fondos”.[5]
Esta
cuestión nos lleva directamente al siguiente punto que conviene aquí
destacar, en orden de poner negro sobre blanco las implicancias de la
difamación al caricaturista Latuff y es el uso y abuso que tanto el
Centro como Israel hacen del tema “holocausto” para legitimarse en cada
acción. Si bien algunas organizaciones se han enriquecido de manera
cuanto menos sospechosa, como lo demuestra Finkelstein, el uso por parte
de Israel de la idea de antisemitismo y del peligro de un nuevo
holocausto judío, les lleva a colocar a cualquiera que critique,
denuncie o mencione las atrocidades de Israel contra los palestinos, a
estar en el podio de entre los máximos representantes de fama mundial. Y
si no en el podio, al menos en el “top ten” del antisemitismo, como
llaman desde el propio portal del CSW. Al mismo tiempo que equiparan
anti sionismo con antisemitismo siendo que son dos cosas absolutamente
distintas. Pero como mecanismo hasbarádico dentro de las comunidades
judías, tal equiparación es eficaz y el solo hecho de provenir de una
institución que “trabaja” con la memoria del holocausto, ya legitima
cualquier barbaridad semántica. De hecho insistimos en los miles de
judíos alrededor del mundo que no comulgan con el sionismo y que sin
embargo lejos están de ser antisemitas. Pero esto excede lo comunitario
relacional dentro del judaísmo y supone el rechazo a cualquier ideología
que contemple la diferenciación étnica, de raza, de género, etc etc.
Ese rechazo no es exclusivo al sionismo pero se hace evidente cuando la
propaganda, bajada de las distintas embajadas de Israel en el mundo,
sale a la luz en el apuntalamiento de personas públicas reconocidas,
como ya conocemos en Argentina y otros países latinoamericanos.
Epílogo: En palabras de Latuff
Latuff,
víctima de la difamación del Centro Simon Wiesenthal ha denunciado la
campaña en su sitio de Facebook explicando la lógica de la difamación.
Creo conveniente, dejar al lector sus palabras, las que mejor describen
la situación en la que el propio caricaturista es víctima:
“Não pretendo me estender mais sobre meu terceiro lugar no ranking dos "maiores antissemitas do mundo" pelo Simon Wiesenthal Center, porque a vida continua e a fila anda, mas deixo aqui registrado como funcionam as campanhas de difamação promovidas pelos defensores do estado de Israel, no Brasil e pelo mundo.
1 - Primeiro lançam uma denúncia de antissemitismo contra alguém que publicamente se colo ca a favor dos palestinos, pode ser uma denúncia forjada, como essa em 2004: http://www.midiaindependente.org/pt/blue/2004/09/290329.shtml. A divulgação pode ser feita na Internet através de blogs ou páginas de associações e federações que apoiam Israel.2 - Depois disso, a "denúncia" vai parar em portais de notícias, jornais e revistas, para que se torne notícia e tenha algum respaldo. Sabe como é, se deu no jornal, é porque aconteceu mesmo.3 - Se a "denúncia" for feita contra um artista, haverá uma patrulha ideológica atenta a toda vez que um veículo for publicar um trabalho de sua autoria. Daí quando isso acontece, organizações e indivíduos alinhados com Israel farão pressão contra o veículo, enviando emails de protesto do tipo "não publiquem o trabalho de um artista considerado pelo Simon Wiesenthal Center o terceiro maior antissemita do mundo".4 - A maior parte dos editores e seus veículos não tem disposição de enfrentar essa chantagem vinda de um lobby tão influente, e acabam muitas vezes recuando, pedindo desculpas e não mais publicando trabalhos deste artista.
Como cierre
no me queda más que sumarme a la propia expresión de humor del
caricaturista quien además de reírse del “galardón” que le es dado por
el CSW, lanza su denuncia sobre la difamación que el Centro lanza sobre
su persona, en claro desafío que ni esta ni ninguna otra difamación en
su contra, lograrán silenciar sus plumas. Esperemos que así sea, pues
las caricaturas de Latuff son imprescindibles para iluminar un tiempo de
oscuridad, desde el humor en muchos casos, pero desde el retrato de la
más cruel realidad. Algunos podrán negarla, pero atacan a Latuff porque
se ven reflejados en sus ilustraciones como un espejo y lo descalifican
con un mote que ya no engaña a nadie. Los antisemitas tendrán entonces,
que buscarlos en otros lugares, pues en el arte de denuncia solo
encontrarán eso, la multiplicación de una denuncia urgente y necesaria,
cada vez que la mano criminal acomete contra el pueblo palestino.
NOTAS
[1] Norman Finkelstein: La Industria del Holocausto, P. 41, Edit. S XXI.
[2]
El sitio web de Latuff donde pueden apreciarse sus caricaturas sobre
Israel y medio oriente todo: http://latuffcartoons.wordpress.com/
[3]
Cuando hablamos del peligro para la paz mundial, nos referimos a varias
cuestiones. En primer lugar al apoyo que el propio Israel diera en el
pasado a cruentas dictaduras en el cono sur; en segundo lugar al aparato
militar de Israel que cada tanto se lanza a una aventura guerrera; en
tercer lugar al arsenal nuclear reconocido único en la región con un
poder de destrucción importante.
[4] http://www.wiesenthal.com/atf/cf/%7B54d385e6-f1b9-4e9f-8e94-890c3e6dd277%7D/TT_2012_2.PDF / La traducción me pertenece.
[5] Norman Finkelstein: La Industria del Holocausto, Pp. 100 - 102, Edit. S XXI.
Lunes, 31 de Diciembre de 2012 05:39
Lunes, 31 de Diciembre de 2012 05:39
El sionismo es racismo... hasta vilipendia a los judíos que no están de acuerdo con lo que hace Israel,caso de Chosmky o judios anarquistas contra el muro.
ResponderEliminarHola, querria saber un poco mas sobre tu opinion ya que no logro comprender tu lexico. Muchas gracias
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