"Mi abuela yacía enferma en la cama cuando los nazis llegaron a su ciudad natal. Un soldado alemán la mató a tiros en su cama. Mi abuela no murió para dar cobertura a los soldados israelíes que asesinan abuelas palestinas en Gaza." - Sir Gerald Kaufman, miembro del Parlamento Inglés
"El mundo dijo que nunca permitiría que aquello sucediera de nuevo. El levantamiento del gueto de Varsovia –la Intifada de los prisioneros judíos en Polonia en 1943– es en realidad una inspiración para nosotros aquí en Gaza". - Dr. Haidar Eid, Universidad de Al-Aqsa, Gaza.
Durante más de seis décadas, los sionistas han dominado la discusión global acerca del genocidio nazi. De acuerdo a su narrativa, el Holocausto propició a los judíos un nivel de sufrimiento sin parangón con cualquier otro evento en la historia. La lección de esto, según ellos, sería que los judíos necesitan un Estado nacional separado con una mayoría demográfica y el ejercicio de una supremacía legalizada sobre la población originaria no judía.
Tal narrativa sionista no resiste a cualquier escrutinio moral o histórico. Lejos de ser una tragedia única, el sufrimiento judío bajo los nazis tiene numerosos paralelos históricos. El mismo Holocausto nazi afectó y masacró no sólo a judíos, sino también a millones de otras personas a quienes los nazis consideraban "subhumanos", como gitanos, eslavos, homosexuales y personas con discapacidades.
Lejos de situarse fuera de la historia, los crímenes nazis contra estas diversas poblaciones reflejan una trayectoria mucho más larga de violencia, colonialismo, despojo, esclavitud y genocidio –la aniquilación sistemática de grupos nacionales, religiosos, raciales, políticos o étnicos– que sobrevino al ascenso del imperialismo occidental.
Por lo tanto, no es casualidad que, en la búsqueda del “Lebensraum” ("espacio vital") en el Este, Hitler se haya inspirado en el exterminio de los nativos americanos por parte del gobierno de EEUU, habiéndose incluso referido a los rusos como "pieles rojas".
Sin embargo, los sionistas han distorsionado o ignorado esta historia, encubriendo el hecho de que su propósito de un "Estado judío" en Palestina se originó varias décadas antes de las atrocidades nazis. El establecimiento de un Estado judío como método para alcanzar el poder político nace del mismo ideal de la Europa del siglo XIX de nación "racialmente pura" y “civilización occidental" del cual el nazismo ha sido una de las expresiones más perniciosas. En pos de este objetivo, los líderes sionistas hicieron acuerdos de "transferencia" con los nazis, aunque solamente para aquellos judíos que estuviesen dispuestos a establecerse en Palestina.
Como parte de esta colaboración, los sionistas se negaron a apoyar el boicot internacional contra la Alemania nazi iniciado por grupos de trabajadores judíos, e incluso se mantuvieron callados ante los planes inminentes de deportar judíos a los campos de exterminio nazis.
Estas decisiones reflejan las premisas antisemitas instaladas en la esencia de visión de mundo sionista: que la vida “sin tierra” en la diáspora condujo a la decadencia física, moral y espiritual del judío y que el genocidio fue posible gracias a la consecuente “debilidad” judía. No obstante, el Estado con el que supuestamente trataban de corregir este "problema" sólo se podía lograr expulsando por la fuerza a una gran parte de la población palestina originaria para garantizar el control judío sobre la tierra y sus recursos naturales.
Para ello, el sionismo tanto explotó como se nutrió de la llegada del nazismo y, más tarde, del Holocausto, para transformar lo que había sido un movimiento nacionalista pequeño con poco apoyo (incluso entre los mismos judios) en uno capaz de conseguir un Estado, basándose en el apoyo de Estados Unidos y de otras potencias imperiales.
El estado sionista que surgió de este proyecto ha sido una catástrofe permanente para los pueblos originarios de la Palestina histórica: expulsados de sus tierras y negado su derecho al retorno internacionalmente reconocido, los palestinos autorizados a permanecer en la Palestina ocupada en 1948 ("Israel") son tratados como ciudadanos de tercera clase sobre la base de que poseen el origen étnico “equivocado”. Los de los territorios ocupados en 1967 (Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza), por otro lado, viven bajo un brutal régimen militar.
Como judíos de conciencia, rechazamos la afirmación de que el Holocausto nazi o la larga historia de persecución de judíos en Europa justifican la existencia de tal Estado y la opresión sistematizada de los palestinos necesaria para su establecimiento y mantenimiento. La auto-segregación, el control político y la persecución de otros nunca pueden ser respuesta a la opresión y la persecución.
"Desde Auschwitz llegaron, simbólicamente, dos pueblos", escribió el académico israelí Yehuda Elkana. "Una minoría que proclama que aquello nunca volverá a ocurrir y una mayoría ansiosa y atemorizada que proclama que aquello nunca nos volverá a ocurrir a nosotros".
El Estado de Israel y sus partidarios afirman esto último, atribuyendo un estatus "especial" para las víctimas judías del Holocausto nazi. Nosotros afirmamos lo primero y, junto con la mayoría de la humanidad, nos posicionamos en solidaridad con todas las comunidades que resisten el despojo y el genocidio.
No hay jerarquías de sufrimiento. La opresión sobre la base de cualquier identidad está mal. Nos unimos a los que se resisten a la opresión - ya sea en Varsovia de 1943, Soweto de 1976, o en Gaza de 2011.
Urgimos a todos a unirse a nosotros en nuestra declaración: Nunca más para nadie.
Para más detalles sobre la gira “Nunca Más para Nadie” a ocurrir próximamente con la participación del sobreviviente de Auschwitz Dr. Hayo Meyer y el activista palestino Dr. Hatem Bazian, por favor visite: www.ijsn.net.
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