martes, 14 de mayo de 2019

Sobre publicación de Marcos Peckel

La Red Internacional Judía Antisionista (IJAN) en Argentina y en España repudia las repetidas y gastadas falsas acusaciones de “antisemitismo” lanzadas contra el Antisionismo, contra el Movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y contra la Embajada Palestina en Colombia en un texto de Marcos Peckel publicado en “El Espectador” (Bogotá, 9/5/19). 

En dicho artículo, este señor comienza describiendo en forma bastante adecuada la historia del antisemitismo en Europa, como forma de ganarse la confianza del lector, para luego extrapolar hacia la falacia de que el Antisionismo sería “la forma moderna del antisemitismo”. 

El Sionismo, como se sabe, es una ideología política que aboga por la presencia de un estado supremacista judío en Palestina. El desarrollo del proyecto se basa en la colonización, la limpieza étnica y el establecimiento de un estado de apartheid, un régimen de discriminación institucional sistemática, contra la población originaria no judía de esa región. Su proceso de implantación ha implicado la expulsión planificada de dos tercios de la población palestina originaria y la destrucción de cientos de sus aldeas en 1948, y continua hasta hoy a través de masacres, expulsiones, violaciones, demolición de barrios enteros, aldeas, bombardeo de hospitales, escuelas, mezquitas, cementerios, museos y muchas otras formas de construcción civil cuyo resultado es el expolio y la paulatina destrucción del pueblo palestino. 

Dicha ideología está inspirada en el colonialismo racista europeo y se nutrió desde sus comienzos del antisemitismo, como expresado claramente por su más reconocido padre fundador, Teodoro Herzl, cuya foto se encuentra en los despachos gubernamentales del Estado de Israel. Por ejemplo, en uno de sus escritos dice: “los antisemitas serán nuestros amigos más fiables, y los países antisemitas, nuestros aliados” (The Complete Diaries of Theodor Herzl, edited by Raphael Patai, trans. Harry Zohn, New York, 1960, page 19). Sionismo y antisemitismo coincidían en el objetivo de extirpar las masas judías de las sociedades europeas de las que habían formado parte durante siglos. De hecho, el sionismo e Israel cuentan hoy entre sus principales aliados a las corrientes evangélicas fundamentalistas y a las fuerzas de ultraderecha xenófoba, racista, e incluso antisemita, en Europa y América. 

Como puede verse, esta construcción ideológica no es inofensiva. De hecho, ya ha producido cientos de miles de muertos, incluyendo niñas y niños, millones de refugiados, cientos de miles de casas destruidas, un desastre humanitario y más de un millón de detenciones. Se viste de “autodeterminación nacional judía”, pero en realidad es un programa de saqueo sistemático que además utiliza miles de años de tradición y cultura judías como escudo para tapar sus crímenes a través de “acusaciones de antisemitismo” ante cualquier justa denuncia de sus prácticas genocidas. 

Oponerse a este atentado contra la paz, los derechos y la integridad física de personas inocentes no sólo no es antisemitismo, sino que es un acto necesario para la construcción de la paz basada en el respeto de los derechos humanos independientemente de la religión o de la etnicidad de las personas. 

No sorprende que el Estado de Israel, criatura del sionismo, se haya convertido, apadrinado por el imperialismo, en uno de los países con mayor número de violaciones de los derechos humanos establecidos por la Carta Universal de los Derechos Humanos de la ONU así como de lo dispuesto por el Derecho Internacional en las Convenciones de Ginebra, y en decenas de Resoluciones de la ONU. Dichas violaciones no son caprichos de tal o cual gobierno de turno de Israel, sino verdaderas políticas de estado diseñadas para avanzar en el plan colonialista del sionismo. 

El movimiento BDS es la respuesta al llamado del pueblo palestino de 2005 a la solidaridad internacional ante la inacción de los gobiernos del mundo, que han mirado pasivamente dichas violaciones, la progresiva limpieza étnica, y la implantación en Palestina de un sistema de apartheid mucho peor que el sistema que existió en Sudáfrica de la segunda mitad del siglo XX. Así como el BDS fue fundamental para la abolición del apartheid de Sudáfrica, resultando en la liberación de Nelson Mandela después de 27 años de prisión y su elección como Presidente de la nueva Sudáfrica libre de apartheid, así se espera que el BDS palestino termine con el apartheid israelí, poniendo fin a la discriminación antipalestina y permitiendo el establecimiento de la igualdad, la justicia y la paz para todos y todas en Palestina. 

Como judías y judíos antisionistas, denunciamos este nuevo intento infame de confundir al público y de deslegitimar la lucha antisionista, antirracista y antiimperialista, y de minar la justa y persistente lucha del pueblo palestino por sus derechos básicos en su tierra natal, incluyendo los derechos al Retorno, al agua y a la libertad. 

Red Internacional Judía Antisionista - International Jewish Anti-Zionist Network (IJAN) en Argentina y España