miércoles, 9 de mayo de 2012

El sentido de la justicia nos exige actuar para poner fin al avasallamiento israelí de los palestinos


Tampa Bay Times

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Hace ya un cuarto de siglo desde que fui de pueblo en pueblo por las zonas rurales de los EEUU animando a los estadounidenses, especialmente a los estudiantes, para que presionaran a favor de la desinversión en Sudáfrica. En la actualidad, lamentablemente, es hora ya de emprender una acción similar para obligar a Israel a que ponga fin a su larga ocupación del territorio palestino y a su rechazo a extender la igualdad de derechos a los ciudadanos palestinos, que padecen alrededor de 35 leyes discriminatorias.He llegado a esta conclusión de forma lenta y penosa. Soy consciente de que muchos de nuestros hermanos y hermanas judíos, cuya contribución fue tan decisiva a la lucha contra el apartheid sudafricano no están aún dispuestos a considerar la naturaleza de apartheid de Israel y de su actual gobierno. Y estoy enormemente preocupado de que el hecho de plantear esta cuestión cause dolor de cabeza a algunos miembros de la comunidad judía con los que he trabajado estrecha y eficazmente durante décadas. Pero no puedo ignorar el sufrimiento palestino que he presenciado, ni las voces de los valientes judíos preocupados por la deriva discriminatoria de Israel.
En los últimos días, unos 1.200 rabinos estadounidenses firmaron una carta -programada para que coincidiera con las resoluciones de la Iglesia Metodista Unida y la Iglesia Presbiteriana (EEUU)- instando a los cristianos a que no “se sumaran a las desinversiones selectivas de ciertas compañías cuyos productos Israel utiliza”. Alegan que un “enfoque unilateral” en las resoluciones sobre la desinversión, incluso la desinversión selectiva de compañías que se benefician de la ocupación, según la resolución de metodistas y presbiterianos, “perjudica la relación entre judíos y cristianos construida durante décadas”.
Aunque sin duda son bienintencionados, creo que los rabinos y otras gentes que se oponen a la desinversión se equivocan lamentablemente. Mi voz siempre se alzará en apoyo de los lazos entre cristianos y judíos y en contra del antisemitismo que cualquier persona sensible teme y detesta. Pero esto no puede ser excusa para no hacer nada y mantenerse al margen mientras sucesivos gobiernos israelíes siguen colonizando Cisjordania y promoviendo leyes racistas.
Recuerdo bien las palabras del Reverendo Martin Luther King Jr. en su Carta desde la cárcel de Birmingham, en la que confiesa a sus “hermanos cristianos y judíos” que se siente muy defraudado de los blancos moderados… que respetan mucho más el orden que la justicia; que prefieren la paz negativa que supone ausencia de tensiones a la paz positiva que implica la presencia de la justicia; que constantemente dicen “Estoy de acuerdo contigo en los objetivos que buscas pero no puedo estar de acuerdo con tus métodos de acción directa; que creen, de forma paternalista, que pueden fijar el calendario para la libertad humana de los otros…”
Las palabras de King describen casi con precisión la cortedad de miras de 1.200 rabinos que no se están uniendo a los valientes palestinos, judíos e internacionales en las aisladas comunidades de Cisjordania para protestar pacíficamente contra el robo de la tierra palestina por Israel para construir asentamientos ilegales para no judíos y el muro de separación. No podemos permitirnos esconder la cabeza en la arena mientras una incesante actividad colonialista anula la posibilidad de una solución con dos estados.
Si no conseguimos que en un futuro próximo pueda haber dos estados, entonces llegará un día en el que los palestinos dejen de luchar por un estado propio separado e insistan en su derecho a votar por el gobierno que controle sus vidas, el gobierno israelí en un único estado que sea democrático. Israel piensa que esta opción es inaceptable y sin embargo está haciendo cuanto está en su mano para que se produzca.
Muchos sudafricanos negros han viajado a la Cisjordania ocupada y se han quedado horrorizados ante las carreteras judías construidas solo para colonos judíos a las que tienen negado el acceso los palestinos de Cisjordania, y ante las colonias solo para judíos construidas sobre la tierra palestina en violación del derecho internacional.
Muchos sudafricanos negros y otras personas de todo el mundo han visto el informe de Human Rights Watch de 2010 que “describe el sistema de leyes, normas y servicios de doble rasero con el que actúa Israel para las dos poblaciones en zonas de Cisjordania bajo su control exclusivo, proporcionando servicios preferenciales, desarrollo y beneficios para los colonos judíos mientras impone las más duras condiciones a los palestinos”. Esto, en mi opinión, es apartheid. Y es indefendible. Y necesitamos desesperadamente que más rabinos se unan a los valientes rabinos de Jewish Voice for Peace para hablar francamente sobre el corrupto dominio de Israel sobre los palestinos desde hace tantas décadas.
Estas son las palabras más duras que he escrito nunca. Pero son vitalmente importantes. No solo Israel está dañando a los palestinos, se está perjudicando a sí mismo. Puede que a esos 1.200 rabinos no les guste oír lo que tengo que decir, que ya es hora de que se quiten la venda de los ojos y vean claramente la realidad de que Israel se está convirtiendo en un estado de apartheid, como lo era Sudáfrica, al negar la igualdad de derechos, y que no es un peligro futuro, como los tres ex primeros ministros israelíes –Ehud Barak, Ehud Olmert y David Ben Gurion- advirtieron, sino una realidad del momento actual. Esta dura realidad, que soportan millones de palestinos, necesita de gente y organizaciones de conciencia para desinvertir de las compañías –como por ejemplo, Caterpillar, Motorola Solutions y Hewlett Packard- que se benefician de la ocupación y sometimiento inflingidos a los palestinos.
Tal acción supone una enorme diferencia con el apartheid sudafricano porque puede crear un futuro de justicia e igualdad tanto para palestinos como para judíos en Tierra Santa.
Desmond Tutu es arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Recibió en 1984 el Premio Nobel de la Paz.
Fuente: http://www.tampabay.com/opinion/columns/justice-requires-action-to-stop-subjugation-of-palestinians/1227722